LA EXPERIENCIA DE LA FUNDACIÓN CHILE
Escrito por: Carlos Wurmann G

1 de febrero de 2024

Breve reseña de un modelo exitoso para el desarrollo y masificación comercial de tecnologías y proyectos acuícolas.

EL ORIGEN DE LA FUNDACIÓN CHILE

La Fundación Chile, en adelante FCH, es una institución privada sin fines de lucro,  creada en los años de 1970 con el fin de identificar mecanismos, tecnologías y acciones que facilitasen la diversificación productiva en el país. Para estos efectos ella es fundada con U$ 50 millones, aportados en el curso de 10 años en partes iguales por el Gobierno de Chile y la ITT Corporation de los EE.UU. de N.A. Su administración inicial (10 años) fue asignada a la ITT, la que basada en premisas de gestión de sus institutos de I+D en otros países patrocina un modelo que define su ámbito de acción inicial en los alimentos y la electrónica, volcándose posteriormente a los sectores Agrícola, Forestal y Pesquero, en los que concentra principalmente su accionar durante las décadas de 1980 y 1990, sus años de mayor éxito y efectividad.

En 1986 se produce un cambio en la gestión institucional, quedando ésta 100% en manos de ejecutivos y técnicos nacionales, y detonándose un proceso en que se combina con gran éxito las doctrinas de trabajo impulsadas por la ITT, con las habilidades de un ‘staff’ 100% chileno, conocedor de su medio, y ‘dispuesto a jugársela’ para ayudar a la diversificación productiva en el país,  particularmente en las tres áreas ya mencionadas.

Se avanza así en el trabajo y la contratación de especialistas de jerarquía en cada tema, los que demuestran una enorme efectividad en la identificación de tecnologías disponibles en el extranjero y con altas posibilidades de aplicación comercial en el país. Se genera en su interior un ambiente de trabajo especialmente propicio y único en el país, que busca la realización al máximo de las capacidades de cada individuo; su gestión responsable, y sobre todo, la oferta y venta de servicios tecnológicos/de apoyo comercial casi exclusivamente al sector privado, asunto este último que imprime un sano y severo nivel de exigencia institucional.

Por cierto, el proceso de búsqueda de tecnologías foráneas era altamente especulativo,  y una vez identificadas sus fuentes, y aprobada su atingencia, se buscaba adquirirlas y contratar a sus propietarios (universidades, instituciones tecnológicas, empresas, etc.) para su implementación a escala experimental en el país. El buen criterio de sus técnicos y directivos permitió que buena parte de las tecnologías en exploración fueran las acertadas, aunque este no fuese el caso en todas las ocasiones. Esta estrategia sólo permitía que la FCH mostrase niveles de autofinanciamiento bastante bajos en los inicios de los años de 1980, del orden de 20% a 30%, lo que de haber perdurado en el tiempo hubiese acabado rápidamente con el fondo inicial de U$ 50 millones.

Por esta y otras razones, el Consejo y la Dirección General de la FCH aplicaron crecientes niveles de exigencia a sus especialistas y directivos, los que respondieron ampliamente a este desafío, elevando en los años de 1990 los niveles de autofinanciamiento por sobre un 60%, sin que bajara sensiblemente el nivel de creatividad ni efectividad de sus proyectos para con el sector productivo.

En paralelo, la Institución también decidió diseñar y poner en marcha ‘empresas demostrativas’ de escala comercial o pre comercial para aplicar las principales y más promisorias tecnologías identificadas como apropiadas, y que hubiesen pasado con éxito una fase experimental a pequeña escala en el país.

Esas consideraciones institucionales iniciales constituyeron la base sobre la que se encaminaron las acciones para potenciar la diversificación económica del país. Así, nace un cúmulo de empresas agrícolas, forestales y pesqueras, con inversiones por proyecto generalmente en el rango de U$ 1-3 millonesy administradas muy profesionalmente, con orientación 100% comercial, para verificar su eficacia tecnológica, económica y comercial.

En el ámbito pesquero, se destacaron las iniciativas en el rubro de la acuicultura, actividad que a la sazón solo tenía una expresión comercial muy limitada en la producción de ostras y mejillones en el sur del  país, y que recién comenzaba a explorar técnicas de cultivo intensivo para el salmón, después de algunas décadas de intentar sin éxito naturalizar estas especies mediante el ‘ranching’, o liberación de juveniles para su engorda en el medio natural y posterior captura a tamaño comercial desde el medio silvestre.

Los párrafos siguientes describen algunas particularidades adicionales del  ‘modelo de la FCH’que condujeron a concitar el interés y a desarrollar con energía la acuicultura comercial chilena.

EL MODELO PARA EL DESARROLLO ACUÍCOLA DE LA FUNDACIÓN CHILE

Inicialmente, a inicios de la década de 1970, el Estado de Chile decide financiar experiencias de engorda de salmón en balsas-jaulas en la región de Aysén,  las que contrata con la FCH, que a la sazón ya iniciaba actividades en la isla de Chiloé, y compraba una empresa de ‘ranching’ de capitales norteamericanos. Esta empresa, que luego daría origen a Salmones Antártica, como filial de FCH dispone de facilidades para producir juveniles de salmón Coho y Chinook, y sirve de base para el tránsito hacia un proyecto de engorda comercial intensivaen balsas-jaulas, que resulta ser muy exitoso, y para el cual se desarrollan complementariamente una fábrica de alimentos, otra para el procesamiento de los peces, y otros servicios esenciales.

La experiencia de Salmones Antártica, filial de la FCH, permite que a poco andar la Institución se convenza de los buenos resultados de esta actividad y comience a  promocionarla entre la comunidad empresarial. Para esto, no solo ofrece asesoría técnica y de evaluación económica, sino que concurrentemente realiza varios seminarios internacionales, donde convoca a los mejores especialistas mundiales de esa época, quienes comparten con empresarios y técnicos locales altamente motivados sus experiencias comerciales y técnicas con este cultivo.

Esta conjunción de hechos, sumada a la creciente apertura de la economía chilena hacia las exportaciones son los elementos principales que detonan el inicio de la salmonicultura comercial en el país, sin perjuicio de que en paralelo, ya existían unas pocas empresas que, con sus propios medios, también comenzaban a incursionar en este rubro.

La FCH demostró la viabilidad técnica y comercial del cultivo del salmón Coho a escala comercial con su propio capital y asumiendo todos los riesgos del caso, y luego generó un servicio de asistencia técnica que atendió a los requerimientos de múltiples empresas que se interesaron en el rubro. A estas, y según sus requerimientos, se les localizó sitios adecuados para el cultivo; se les diseñó y evaluó sus proyectos; se les ayudo en sus trámites con las autoridades; se les seleccionó personal; se las proveyó de peces juveniles y alimentos especializados en sus albores, y se las acompañó con otra variedad de servicios que fueron cruciales para el desarrollo de la industria. Entre otros:

  • Creación de un completo servicio de ictiopatólogos, que visitaban permanentemente los cultivos y velaban por su estado sanitario.
  • Promoción y creación de la Asociación de Productores de Salmón, que les otorgó representatividad ante las autoridades y les permitió tomar medidas cruciales para desarrollar el esfuerzo exportador hacia los EE.UU., Japón y Europa. La FCH promovió la creación y actuó como secretaría de esta Asociación en sus comienzos, y les facilitó sus instalaciones para que pudiera funcionar.
  • Desarrollo de los estándares de calidad de exportación para el salmón chileno, al que adhería prácticamente toda la industria desde sus inicios.
  • Montaje de un servicio de aseguramiento de la calidad en cada planta elaboradora de productos de salmón exportable, donde funcionarios de la Institución velaban porque cada caja exportada cumpliese con los estándares establecidos por la industria, lo que significó un inmenso triunfo en la colocación del salmón chileno en los mercados más exigentes.
  • Promoción del salmón en los mercados internacionales, a través de especialistas que viajaban permanentemente al extranjero, identificaban los productos a vender y sus estándares de calidad, y establecían relaciones comerciales que luego servían a la empresa filial, Salmones Antártica, y al resto de la industria.
  • Diseminación proactiva de la información sobre el rápido crecimiento de esta industria frente al gobierno,  empresas proveedoras de seguros, de diversos servicios, equipos y maquinaria, materias primas y de transporte nacional e internacional, para alertarlos de la necesidad de aumento drástico de sus servicios y prestaciones, para atender a este nuevo sector productivo.

Este amplio nivel de apoyo inicial logró disminuir drásticamente los niveles de riesgo percibido  por el empresariado local para con el quehacer salmonero, y fue determinante de la velocidad del crecimiento sectorial inicial.Así se evitaron a tiempo, buena parte de los ‘cuellos de botella’ que de otra forma hubiesen surgido, afectando la efectividad productiva y comercial de la industria

Posteriormente, la FCH crea varias otras empresas salmoneras, que complementan su trabajo con Salmones Antártica, empresa que con una inversión inicial cercana a los U$ 5 millones es vendida oportunamente mediante licitación internacional a un importante grupo empresarial japonés por alrededor de U$ 23 millones, generando utilidades que permiten reponer todos los gastos de desarrollo tecnológico y comerciales, y mucho más!!

Entre las empresas demostrativas adicionales destaca Salmones Huillinco, en la que la FCH sólo contribuye con un 25% de su capital inicial, invitando a participar a tres empresas comerciales, dos de ellas muy conocidas en el medio local, y una empresa noruega, las que gustosas -debido al bien ganado prestigio de la FCH a esas alturas- concurren con sus aportes de capital en forma igualitaria.

Esta empresa se dedica a la producción y venta de juveniles (‘smolts’) de salmón del Atlántico, en momentos que esta especie comienza a masificar su cultivo en Chile, y domina ampliamente en los mercados mundiales. El salmón Atlántico, entonces, aparece relativamente tarde en la salmonicultura nacional, pero rápidamente desplaza a las exportaciones chilenas de salmón Coho a los EE.UU., su principal destino hasta esa fecha, pero no así a las dirigidas al Japón, que sigue prefiriendo a esta especie , junto a la trucha, por su intensa coloración rojiza.

Más aún la FCH desarrolla también SALMOTEC, en la región más austral de Chile, Magallanes, empresa salmonicultura destinada a engordar salmón en balsas-jaulas, en momentos en que las bajas temperaturas y otras condiciones ambientales y logísticas que imperaban en la zona generaban dudas sobre las posibilidades de éxito de este cultivo, y sobre la mejor especie a cultivar en esas latitudes. Culmina así un señero trabajo anterior en la zona con experiencias de ‘ranching’, que habiendo sido exitosas en su momento, son abandonadas en aras de los cultivos intensivos, que ya dominan en el imaginario del empresariado local de regiones de más al norte del país.

Salmones Huillincotambién es vendida después de varios años de funcionamiento en plan comercial, generando nuevamente grandes excedentes a la FCH, que aprecia entonces que el modelo ‘demostrativo’ que implicaba inversiones iniciales cuantiosas, no solo promovía el desarrollo industrial, a través de empresas que replicaban su quehacer, sino que también generaban recursos financieros que permitían volver a repetir los ciclos demostrativos no solamente en el sector de la acuicultura, sino que también en el ámbito agrícola y forestal.

Muchas de las empresas demostrativas, transformadas en filiales de la FCH fueron económicamente exitosas, y permitieron recuperar los fondos asignados a los procesos de naturalización y adaptación de tecnologías de cultivo foráneas. Como se ha dicho, otro tanto ocurrió con diversos servicios prestados, como el ictiopatológico y el de certificación de calidad.

Mediante estos mismos impulsos, la FCH participa en la naturalización del cultivo de abalones, de ostra del Pacífico, de turbot, del hirame, del pez-gato, del esturión californiano y otros. En muchos de ellos, y debido al prestigio institucional, las respectivas empresas demostrativas fueron capitalizadas en distinta proporción por la FCH y diversos grupos empresariales que adhirieron a estos esfuerzos señeros, y en ocasiones se hicieron de la propiedad de las mismas en determinados momentos.

Así, el modelo de naturalización de tecnologías foráneas fue muy exitoso en la generalidad de los casos, y resultó en una implantación  temprana de los nuevos sistemas productivos, disminuyendo enormemente el riesgo de los inversionistas nacionales y extranjeros. Otros ejemplos destacados fueron  las experiencias de la filial FINAMAR, y los proyectos AQUAPURO y QUIMEY.

FINAMAR es una de las primeras empresas destinadas a elaborar salmón ahumado de exportación ubicada en las cercanías del aeropuerto de Santiago, con un equipamiento tecnológico de categoría.  AQUAPURO, constituye una unidad productiva que copia el modelo español de depuración de mariscos para el mercado interno. Ambas iniciativas son oportunamente ofrecidas y vendidas a empresas locales, y en el caso de AQUAPURO, dan origen a una importante distribuidora de productos pesqueros preferentemente frescos en la Región Metropolitana de Santiago, que fueran ampliamente distribuidos con esta misma marca en los supermercados que hoy pertenecen a la cadena Walmart en Chile. La Institución también desarrolla nuevos productos pesqueros elaborados en su propia planta piloto, bajo la marca QUIMEY, que también se venden en diversas cadenas de supermercados de la  capital.

Es cierto que también hubo fracasos pero, avalada por sus otros éxitos, la Institución supo absorberlos haciéndose cargo de las pérdidas financieras. Éstos intentos fallidos no opacaron el buen nombre y prestigio institucional, pues se entendía que sus actividades de promoción de la diversificación productiva estaban sujetas a incertidumbres y riesgos iniciales de importancia.

El haberse basado en esos momentos (años de 1980 y 1990) en el conocimiento y práctica de instituciones de I+D nacionales hubiese sido infructuoso y habría requerido de plazos e inversiones mucho mayores. Además, lo extendido de los plazos necesarios para un desarrollo tecnológico local no podría haber asegurado la continuidad de los procesos de I+D, sea por cambios políticos, de autoridades institucionales o de otro tipo, con lo que probablemente los esfuerzos se habrían frustrado en una fase u otra, sin  llegar a traducirse en la consecución de nuevas inversiones y en el aumento de los cultivos comerciales.

Sin embargo, la FCH también los integró de manera decisiva pues los procesos de ‘naturalización’ y adaptación  tecnológica en el país fueron generalmenteacometidos en forma tripartita, con la colaboración de los proveedores foráneos de tecnología; en instalaciones y con personal de la FCH, y con el apoyo de instituciones de I+D locales, que resultaron ser fundamentales en varias etapas y con varias especies de cultivo.

LA FUNDACIÓN CHILE, UNINSTRUMENTO INSTITUCIONAL EXITOSO

El éxito del Modelo de la Fundación Chile ha sido realmente trascendente pues el efecto de las intervenciones metodológicas en el sistema productivo acuícola chileno ha sido notable y perdurable, hasta llegar a convertir al país en el segundo proveedor mundial de salmón en cautiverio, situación que perdura hasta hoy.

Así, y en el área acuícola, las exportaciones chilenas de salmón y trucha representaron un 7% de las exportaciones nacionales de bienesen 2022, siendo los alimentos industriales locales más vendidos en el extranjero, y el tercer rubro en importancia de la matriz exportadora del país, luego del cobre y el litio.

Por cierto, la Fundación Chile sigue funcionando actualmente y aportando al desarrollo nacional, aunque con una orientación, matriz de objetivos y actividades radicalmente diferentes a las que regían su quehacer en décadas pasadas, con un alejamiento de la vocación de promover la innovación de tecnologías duras, pero guiada por la necesidad de ajustarse a nuevas realidades nacionales y a los intereses de otros socios que se han integrado a la Institución.

Sin embargo elejemplo de las actividades y metodologías de esta Fundación en las décadas de 1980 y 1990 sigue siendo un modelo inspirador para catalizar un proceso de desarrollo efectivo de nuevas actividades productivas en diferentes lugares del mundo, esto es, aprovechando y aprendiendo sin complejos de toda la experiencia tecnológica y comercial que exista en otras latitudes, para seleccionarlas, elegir las más propicias, adquirirlas, probarlas en el país a escalas creíbles para el mundo empresarial, y difundirlas, cuando llegue el momento adecuado. 

¿Cuál es el logro fundamental de esta metodología y proceso?: el disminuir drásticamente el riesgo de las inversionespara el inversionista privado, cuando se trata de introducir tecnologías, procesos y sistemas innovativos en un país o región, que permitan diversificar las alternativas productivas, de trabajo y desarrollo económico y social…. Así se incentiva la creación de nuevas empresas y se acelera el crecimiento sostenible.

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