Carlos Wurmann G
Presidente, CIDEEA
Centro Internacional de Estudios Estratégicos para la Acuicultura
Noviembre de 2023
PALABRAS PRELIMINARES
Es conveniente que quienes deseen preocuparse de una nueva opción de desarrollo para la acuicultura argentina conozcan algunos antecedentes del desarrollo reciente de la industria de cultivos acuáticos en el mundo y en América Latina y El Caribe, ALC, razón por la que se ha elaborado el texto siguiente, que no tiene más propósito que informar en términos genéricos y resumidos sobre las realidades sectoriales, esbozando algunos asuntos conflictivos tanto como otros promisorios.
En lo referente a Argentina, puede indicarse que este país es la cuarta o quinta potencia pesquera extractiva de ALC en años recientes, con unas 840.000 ton/anuales en 2019-2021 que representan el 7% de la extracción silvestre de ALC y alrededor de un 1% de la pesca mundial. Sin embargo, solo produce unas 2.800 tons anuales de cultivos hidrobiológicos en el mismo trienio, aportando un 0,08% a los cultivos de ALC. Más aún, entre 2019 y 2021 su acuicultura significó tan sólo un 0,3% del desembarque de productos acuáticos del país. Esto hace que, entre los países acuicultores de ALC -con excepción de varias islas del Caribe- la Argentina supera solamente a Guyana, Uruguay, Surinam y la Guayana Francesa en producción acuícola…
Así, a pesar de contar con cuantiosos y diversos recursos hídricos interiores, de disponer del tercer litoral marítimo en extensión del continente, y de múltiples otras ventajas, hasta acá Argentina parece empecinada en concentrarse en su pesca extractiva, pues su acuicultura nunca ha llegado a representar ni siquiera el 0,5 % del desembarque pesquero total del país, lo que va en dirección opuesta del actuar de muchos países, conscientes que los cultivos acuáticos son ya y serán a futuro la fuente principal de alimentos pesqueros para consumo humano.
Por cierto, entre 2019-2021 las casi 840.000 ton/anuales de capturas le permitieron a Argentina exportar productos pesqueros valorados en al menos U$ 1.950 millones anuales (moneda de 2021). En esas cifras los productos cultivados lamentablemente representan cantidades despreciables.
SITUACIÓN ACTUAL
La acuicultura es una promisoria actividad económica, de data bastante reciente en buena parte del mundo, con la excepción de Asia y de parte de Europa, y es el sector de la producción de alimentos de mayor crecimiento en las últimas décadas. Ante una pesca extractiva prácticamente estancada a nivel mundial desde mediados de la década de 1990, los cultivos se han convertido en el medio más importante para atender a la creciente demanda mundial por productos pesqueros, al punto que desde 2022 ya representan más del 50% del desembarque mundial y aportarían en 2023 un 57% de las disponibilidades para consumo humano por persona, según recientes estimaciones de FAO. El desarrollo acuícola ha sido tal que a pesar del estancamiento de las capturas extractivas, la disponibilidad de productos pesqueros por persona y año ha evolucionado muy favorablemente a nivel mundial, desde unos 13,5 kilos en 1987/1989 a 18 kilos en 2007/2009 y 20,3 kilos en 2017/2019.
“Ante una pesca extractiva prácticamente estancada a nivel mundial desde mediados de la década de 1990, los cultivos se han convertido en el medio más importante para atender a la creciente demanda mundial por productos pesqueros”
América Latina y el Caribe (ALC), con alrededor de 10 kilos por habitante-año en años recientes solo supera levemente a África en su consumo aparente, y esa cifra no equivale sino a alrededor de un 50% de los valores mundiales. Este hecho está enraizado en los tradicionales hábitos regionales de consumo de carnes rojas y varias razones de índole comercial, entre las cuales destacan la regularidad y homogeneidad de la oferta, sus precios relativos a otras carnes, calidad y otros. Así, no será fácil lograr un aumento sustantivo en la ingesta pesquera en la región, a pesar de los atributos saludables de estos alimentos. Evidentemente entonces, y en términos comparativos, hay un amplio margen para aumentar la demanda pesquera en este subcontinente a mediano y largo plazo, en la medida que los gobiernos y la industria decidan aplicar políticas y estrategias adecuadas y sostenidas en el tiempo, sin esperar resultados significativos de inmediato.
De cualquier forma, las últimas proyecciones OECD/FAO de 2023 señalan que el consumo aparente por persona de productos pesqueros seguirá aumentando a nivel mundial al menos hasta el año 2032, aunque a un ritmo menor que el de los años recientes, situación que permitirá que continue el proceso de expansión de la acuicultura.
Los volúmenes de cultivo mundiales de 88 MM de tons anuales en 2019-2021 (3,5 MM de tons en ALC), con un valor de primera venta de 294.600 millones de U$ de 2021, se concentran mayoritariamente en Asia (88%), y son encabezados por China (57% de la cosecha mundial en ese trienio). Los primeros cinco productores mundiales, de entre unos 200 países cultivadores, son todos asiáticos y significan un 81% del tonelaje cosechado en 2019-2021, y solo un 64% en 1989-1991. Le siguen en importancia Egipto, Noruega y Chile, en ese orden, que suman un 5% de los volúmenes cultivados en 2019-2021 y tan sólo un 2% en 1989-1991, evidenciando así que los volúmenes de las cosechas se han venido concentrando en los países líderes a lo largo del tiempo. Todos ellos, con sus masivas cosechas acuáticas tienen y tendrán ventajas comerciales apreciables para enfrentar mercados mundiales globalizados y cada vez más competitivos y exigentes, los que actualmente involucran entre un 30% y 40% de los desembarques pesqueros mundiales.
En 2019-2021 las exportaciones mundiales de productos pesqueros alcanzan una media de 41 MM de tons anuales, valuadas en unos U$ 180.400 MM[1]. Europa y Asia, dominan las exportaciones pesqueras con unos 15 y 14 MM de tons anuales, respectivamente y valores de algo más de U$ 66.000 millones cada uno. Le sigue en importancia América, con 8 MM de tons y más de U$ 36.500 millones anuales. Un 54% del volumen y un 45% del valor de los productos exportados en 2019-2021 corresponden a pescado fresco, refrigerado o congelado, siguiéndole en importancia los crustáceos frescos, refrigerados o congelados con un 16% del volumen y un 27% del valor en el mismo período.
A la vez, Europa es el continente con mayores importaciones pesqueras en 2019-2021, con 16,5 MM de tons anuales valoradas en U$ 72.000 millones, seguido de Asia, con 14,5 MM de tons anuales y U$ 62.000 millones.
Es muy destacable acá que los EE.UU y China son los principales importadores mundiales de productos pesqueros, con 27.900 y U$ 18.800 millones anuales en 2019-2021. Con todo, 10 países de altos ingresos, incluyendo EE.UU. de N.A, siete países de Europa Occidental, Japón y Corea concentran importaciones anuales de U$ 96.700 millones, o un 54% del total de las importaciones pesqueras mundiales. Estas cifras, y posibilidades relativamente bajas de que los mismos aumenten su producción pesquera mediante cultivos en el corto plazo[2] continúan abriendo interesantes perspectivas para los países exportadores de ALC, que no solamente disponen de condiciones geográficas y climáticas muy propicias, sino que tienen el capital humano, espacio y, en general, voluntad política para aumentar sus cosechas y exportaciones pesqueras, para mejorar su seguridad alimentaria, y generar fuentes de trabajo estables y bien remuneradas, especialmente en zonas rurales.
A la vez, las cosechas acuícolas están y seguirán concentradas en un reducido número de especies, la mayoría de estas criadas en agua dulce y/o salobre. De hecho, los 13 cultivos más relevantes entre casi 500 especies, con producciones anuales por sobre los 2,5 MM de tons anuales en 2019-2021, significan un 60% de los cultivos mundiales en ese trienio. Por su parte, 366 especies alcanzan cosechas anuales menores a 10.000 tons , y significan en conjunto menos de un 0,5% de estas producciones.
Encabezan esta lista el camarón ecuatoriano, con 5,9 MM de tons anuales en 2019-2021, la carpa china (5,8 MM de tons) y ostras diversas (5,5 MM de tons). El gran número de especies consignadas en las estadísticas de cultivos reflejan un esfuerzo creciente por ampliar la matriz productiva en la acuicultura mundial, aunque con resultados por debajo de las expectativas asociadas a los esfuerzos desplegados. De cualquier manera, las 13 especies que en 2019-2021 representan un 60% de la cosecha mundial, significaban un más destacado 74% en 1989/1991 y un 67 y 66% de los totales cultivados en 1991/2001 y 2009/2011, respectivamente. El desarrollo de tecnologías y la masificación y penetración en los mercados destacan entre los factores limitantes del éxito de los procesos de diversificación.
Hasta la fecha, la industria acuícola se radica mayoritariamente en el borde costero, en zonas protegidas, y en diversas localizaciones continentales. En 2019-2021 un 62% de los volúmenes de cosecha provienen de actividades en agua dulce y sólo un 38% del entorno marino. Sin embargo, crecientes dificultades para obtener licencias de cultivo en el borde costero y en aguas continentales, altos costos y conflictos en aumento con otros usuarios de esos espacios y cuestionamientos ambientales y sociales de diversa índole están forzando a la industria de gran y mediano tamaño a abandonar paulatinamente sus actuales emplazamientos, situación que ha requerido desarrollar nuevas tecnologías que están transformando dramáticamente el que hacer acuícola mundial.
Acá se trata principalmente de los sistemas con agua en recirculación (más conocidas como sistemas RAS, por su acrónimo en inglés) en tierra firme, tanto como otros en zonas oceánicas de alta energía (cultivos ‘offshore’), los que tenderán a dominar a futuro en las cosechas de las principales especies, especialmente a contar de la próxima década, dejando cada vez más los espacios costeros a disposición de los cultivos de tamaño menor, al alcance de acuicultores familiares o de recursos más limitados.
Los cultivos RAS tienen y tendrán dos importantes impactos. Primero, permitirán trabajar con altos niveles de seguridad ambiental al controlar los posibles escapes de peces u otras especies, al utilizar relativamente poca agua, al permitir gestionar adecuadamente efluentes sólidos y líquidos, y al independizar el quehacer de posibles daños ecológicos y/o ambientales, además de garantizar un ambiente de crianza que podría independizarse de posibles enfermedades que aquejen la producción. Bajo este esquema, países o regiones que objetan la introducción de especies exóticas en sus territorios por temor a efectos ambientales negativos, podrán desarrollar cultivos no tradicionales en sus dominios, con riesgo muy controlado, ampliando así el número de actores interesados en estas materias y permitiendo una mayor diversificación productiva.
Seguidamente, los sistemas RAS facultarán a países que actualmente importan productos pesqueros, a producirlos en sus propios territorios, sin que este hecho pueda ser fundadamente objetable por la población local. Otro tanto podrá suceder con cultivos ‘offshore’, especialmente con especies nativas de cada país. Si esto sucede, como parece probable, cambiarán los equilibrios mundiales del comercio exterior de productos pesqueros, afectando eventualmente a países exportadores como Ecuador y Chile, entre muchos otros, que dependen fuertemente de sus ventas a los EE.UU de N.A, Europa y otros destinos, pues de existir voluntad política y aceptación social, en cuestión de años ellos mismos podrán producir parte importante de sus compras en el extranjero en sus propios territorios y mar circundante. Otro tanto podrá hacerse en otros países que deseen aumentar su seguridad alimentaria y/o exportaciones. Por cierto, los mayores inconvenientes actuales para masificar esta tecnología radican en la necesidad de perfeccionarla para aumentar su eficiencia, y en sus altos costos de inversión inicial.
“Los cultivos RAS tienen y tendrán dos importantes impactos. Primero, permitirán trabajar con altos niveles de seguridad ambiental… Seguidamente facultarán a países que actualmente importan productos pesqueros, a producirlos en sus propios territorios”
Habiendo disminuido la pesca costera artesanal (y en algunos ambientes continentales) o de pequeña escala en buena parte del mundo, generalmente por sobreexplotación de los recursos biológicos, en muchos países ha bajado drásticamente el aporte de esos productores en los mercados domésticos. Así, su oferta ha disminuido y se ha hecho más irregular, infrecuente e impredecible y se han encarecido los productos. Por estas razones, también es de esperar un esfuerzo mundial creciente para desarrollar nuevas y/o más eficientes y competitivas tecnologías para cultivos en pequeña escala que permitan mejorar el abastecimiento doméstico y generar alternativas laborales para los pescadores que vayan quedando marginados de la pesca convencional.
También es sabido que los desarrollos tecnológicos más prometedores a futuro, y otros que prevalecen actualmente en la acuicultura mundial han generado y están siendo mejorados principalmente en países desarrollados y en algunos de nivel de desarrollo económico intermedio en Asia. Así, partes importantes de ALC y África han impulsado sus industrias acuícolas importando conocimientos desde esos orígenes y apoyándose también en el trabajo de I+D local, el que aún es relativamente modesto en centros tecnológicos y de educación superior pues habitualmente enfrentan importantes limitantes financieras, cambio de autoridades y estrategias de trabajo, factores a los que se suman afanes muy marcados por la producción de material científico para publicar, en vez de privilegiar los requerimientos del sector productivo. Estas realidades abren grandes posibilidades a instituciones locales interesadas en revertir estas situaciones mediante la aplicación de nuevas estrategias que incluyan mallas curriculares y perfiles de egresados acordes con las necesidades más sentidas de la industria, y con verdadera vocación por el desarrollo nacional.
Países como Chile y Ecuador ya han conseguido generar industrias acuícolas de tamaño apreciable en ALC, mientras Colombia, Brasil y Perú avanzan a menor velocidad. Sin embargo, ese no es el caso en Argentina, Uruguay y de varias naciones de Centro América, que requieren de impulsos mayores para crear industrias acuícolas de jerarquía mundial. Valga acá mencionar como ejemplo un caso opuesto, como el de los Estados Unidos de N.A., nación de notable capacidad financiera y para generar conocimiento e innovación productiva, e innegables condiciones ambientales, donde el desarrollo de su acuicultura esta severamente limitado por la fuerte oposición social y de ciertos ‘lobbies’ de pescadores y cultivadores locales, en circunstancias que ese país es el principal importador mundial de productos pesqueros y depende en más de un 80% de las importaciones para satisfacer su enorme demanda doméstica.
Los comentarios anteriores ya habrán permitido visualizar que la acuicultura mundial es enormemente prometedora, pero igualmente, que existen limitaciones y desafíos importantes para su desarrollo sostenible. Por cierto, las variables determinantes del crecimiento seguirán siendo la disponibilidad de tecnologías eficientes y competitivas; mercados abiertos; una buena gobernanza, y la sostenibilidad ambiental, económica y social.
Los acontecimientos en las décadas recientes indican las tasas de crecimiento anuales de los volúmenes cosechados en el mundo tanto como en ALC vienen disminuyendo con bastante fuerza a lo largo del tiempo, lo que significa una baja en la velocidad de crecimiento de la producción sectorial. Entre 1989/1991 y 1991/2001, la tasa media acumulativa anual (TMAA) de aumento de los volúmenes de cosecha de la acuicultura mundial fue de un 9,6%; entre 1991/2001 y 2009/2011 fue de un 5,9%, mientras entre 2009/2011 y 2019/2021 ha sido de tan sólo un 4,3%. A pesar de esto, aún se exceden con creces las variaciones del aumento poblacional, con lo que, como se ha señalado, se aprecia un aumento sistemático de la disponibilidad de productos pesqueros por persona a nivel mundial, con una contribución ya mayoritaria de la acuicultura.
En ALC, y para esos mismos períodos, los crecimientos anuales han sido de 16,1%, 8,3% y 6,5%, respectivamente. Sin perjuicio de lo anterior, en el quinquenio 2016/2021 los volúmenes de cultivo en ALC han tenido un desempeño más activo, creciendo a tasas de un 7,4% anual (-0,3% anual en valores), acompañado de una TMAA de la pesca extractiva de un 6,4%, que contrasta con pérdidas sucesivas en ese último rubro en los tres quinquenios inmediatamente anteriores, de -9%, -0,2% y -0,6%, respectivamente, en orden descendente.
No ha ocurrido lo mismo con los volúmenes de cosecha en el mundo, ya que las TMAAs en 2006/2011 son de un 4,8% anual (11% anual en valor); en 2011/2016, de un 5,1% (9,4% anual en valor) y entre 2016 y 2021, de tan solo un 3,5% (0,4% anual en valor), con lo que ALC muestra un mayor dinamismo en los volúmenes cosechados, aunque también experimente sistemáticas bajas en los valores monetarios de esas producciones a razón de TMAAs de -0,3% en 2016/2021; 5,4% en 2011/2016 y 5,3% en 2006/2011.
Con todo, y aunque pierdan ‘velocidad’ en su crecimiento, la acuicultura mundial y en ALC siguen su avance sostenido. Esta ralentización se explica por las crecientes dificultades de la gobernanza sectorial, especialmente en el otorgamiento cada vez más dificultoso y oneroso de licencias de cultivo; ante la carencia de visiones a largo plazo y de diálogo eficaz público-privado, ante la necesidad de acomodarse a estándares de sostenibilidad más exigentes y por problemas emergentes asociados al cambio climático y a otros desafíos, como la competencia creciente de la oferta de aves y cerdo, y una cierta saturación de la demanda en algunos países y regiones, situaciones todas que deben ser enfrentadas para garantizar un futuro promisorio a las cosechas del futuro.
“La acuicultura mundial es enormemente prometedora, pero existen limitaciones y desafíos importantes para su desarrollo sostenible. Las variables determinantes del crecimiento seguirán siendo la disponibilidad de tecnologías eficientes y competitivas; mercados abiertos; una buena gobernanza, y la sostenibilidad ambiental, económica y social”
Todo esto ocurre en un ambiente de fuertes cambios tecnológicos en los sistemas productivos; cuando los mercados y los consumidores se tornan más exigentes y mientras las necesidades de empatizar con las poblaciones y organizaciones locales y de mejorar la imagen ante la comunidad y las fuerzas políticas son cada vez más relevantes.
Por el momento, y como se ha dicho, la acuicultura mundial y la de ALC seguirán progresando, aunque a tasas menores que las actuales. De hecho, las más recientes proyecciones de FAO/OECD de 2023, indican que las cosechas mundiales al 2032 deberían avanzar hasta solo unas 111 MM de tons, sobre un desembarque total de 202 MM de tons.
En ALC, cuyos cultivos acuáticos alcanzan a 3,7 MM de tons anuales en 2019/2021, valorados en unos U$ 18.300 millones, también se espera una moderación en las tasas de crecimiento anual, aunque en menor grado que a nivel global. Destaca aquí que 9 de sus 43 países o territorios con estadísticas en estas materias ya obtienen más de un 40% de su desembarque de la acuicultura en el año 2020, mientras a la inversa, 15 de ellos, incluyendo Argentina y Uruguay, aportan menos de un 1% con sus cultivos al desembarque. Brasil, el principal territorio de la región, con innegables condiciones para aumentar sus cultivos, seguirá progresando en su acuicultura, aunque difícilmente podrá acabar en el horizonte cercano con sus enormes importaciones pesqueras que bordean los U$ 1.300 millones anuales en 2019/2021, la mayor cifra para la región.
De acuerdo con las tendencias recientes, ALC debería sumar cosechas entre 4,5 y 5 MM de tons en 2030. Esta región continua dominada por un marcado esfuerzo exportador en su producción acuícola, y seguirá enfrentando capturas extractivas fluctuantes, las que si bien se han recuperado parcialmente en los últimos 3 años, son unos 10 MM de tons menores que en sus mejores años, cuando se pescaron más de 24 MM de tons en 1994 y más de 20 MM en 1994-1996, frente a los 13,9 MM de 2021.
Como se ha señalado, en la Unión Europea y los Estados Unidos, el consumo interno continuará estando basado en importaciones, mientras China evoluciona paulatinamente hacia su conversión en un importador neto de productos pesqueros en las próximas décadas, pese a sus importantes niveles de exportación actuales, situaciones que abren interesantes perspectivas de mercado para ALC en los años venideros.
Entre los 199 países y territorios que han reportado cosechas en 2021, Chile ocupa el octavo lugar en volumen, Ecuador el lugar 12, y Brasil el 13. En términos del valor producido, los mismos países se ubican en los puestos quinto, noveno y 21 del ranking mundial, siendo el segundo año consecutivo en que Chile y Ecuador, este último con una extraordinaria producción de camarón cultivado de 896,3 M de tons, (que ya superaron 1 MM de tons en 2022), aparecen entre los ‘top ten’ de la acuicultura mundial en términos monetarios.
MÁS CIFRAS SOBRE LA ACTIVIDAD RECIENTE
Cifras de FAO de marzo de 2023 para el año 2021 señalan que las cosechas mundiales, excluyendo algas (35,1 MM de tons), mamíferos y productos varios, alcanzaron la cifra récord de 90,9 MM de toneladas, superando en un 3,7% los valores de 2020. Estas cosechas tienen un valor de primera venta de U$ 280.888 millones. Por su parte, la pesca silvestre aporta 91,2 MM de tons con lo que el desembarque mundial (solo especies mencionadas) de 182 MM de tons supera por primera vez la barrera de los 180 MM de tons.
En 2021 los cultivos aportan un 49,9% del desembarque mundial y de hecho estimaciones FAO de 2023 señalan que ya en 2022 y 2023 los cultivos superan el 50% del desembarque mundial. China predomina en el escenario pesquero mundial, con un 56,4% de las cosechas y un 14,3% de las capturas mundiales, aunque su significación venga disminuyendo sistemáticamente desde un 61,2% y 16,6%, respectivamente en el año 2011, en especial como producto de un reordenamiento de su acuicultura en la segunda parte de la década de 2010, para ajustar ambientalmente su estructura a cánones de mayor sostenibilidad. Con todo, la acuicultura aporta un 79,7% de sus desembarques, mientras en el resto del mundo, ella significa tan solo un 33,7% en 2021, importancia que viene aumentando desde un23,3% en 2011.
Con todo, la acuicultura ya aporta un 82,8% del desembarque mundial de peces de agua dulce; un 75,5% del de peces diádromos (entre los que están los salmónidos); un 74,3% de los moluscos; un73,1% de animales misceláneos; un 66,3% de los crustáceos y tan solo un 5,3% de los peces marinos desembarcados, totalizando una representatividad del 49,9% en el desembarque global en 2021…Un resultado verdaderamente extraordinario.
Más aún, un 91,7% de los volúmenes cosechados se imputan a países de ingresos medios (que incluyen a China); sólo un 7,9% a países desarrollados y un 0,4% a naciones y territorios de bajos ingresos. En Asia, los cultivos de 2021 ya significan un 63,2% del desembarque total, mientras en Europa, un 20,9%; en América un 18,9%; en África un 18,3% y en Oceanía tan solo un 14.3%.
En valor de primera transacción, y en dólares de 2021, las cifras de FAO para ese año indican que Asia representa un 83,9% de las cosechas mundiales; las Américas un 6,7%; Europa un 6,6%; África un 2% y Oceanía un 0,8%. A su vez, con cosechas valoradas en U$ 16.444 millones en ese mismo año, ALC aporta un 5,9% del valor de la acuicultura mundial y un 4,2% de los volúmenes, con 3,8 MM de tons producidas de las especies analizadas y un claro liderazgo de América del Sur.
“La acuicultura ya aporta una representatividad del 49,9% en el desembarque global en 2021…Un resultado verdaderamente extraordinario”
El valor medio por kilo de primera transacción de las cosechas mundiales en 2021 alcanza a U$ 3,1, cifra que viene disminuyendo desde U$ 3,6 en 2016. En el caso de ALC, los valores medios de cosecha en 2021 son de U$ 4.3 por kilo, valores que también caen desde U$ 6,6 por kilo en 2017. De cualquier forma los valores medios por kilo de la acuicultura de ALC son los mayores del mundo, después de los de Oceanía, continente que aún no muestra volúmenes de producción demasiado expresivos.
CONCLUSIONES
En resumen, la acuicultura mundial y regional continúan en su ruta de progreso, ante expectativas de aumentos en la demanda, aunque a ritmos más pausados que en las últimas décadas. Este sector productivo, que ya supera en volumen y valor a la pesca extractiva será el único medio confiable para proveer los alimentos pesqueros que el mundo requerirá en las próximas décadas, aunque se argumente que es posible que mejoras en los sistemas de administración en la pesca extractiva; un mejor tratamiento de las capturas y menores descartes puedan incrementar el aporte de la actividad tradicional, aunque nunca en volúmenes determinantes.
El cambio tecnológico, la gobernanza, los mercados y cuestiones de sostenibilidad ambiental, económica y social seguirán siendo los factores determinantes en esta relativamente naciente industria, en las que se cifran renovadas y entusiastas esperanzas, que invitan a todos los actores sectoriales a reforzar sus esfuerzos para mejorar la seguridad alimentaria, generar trabajo y riqueza.
[1] Esta y las restantes cifras monetarias de este documento están expresadas en dólares del año 2021
[2] Vere más adelante comentarios sobre posibles efectos de la creciente aplicación de tecnologías RAS y cultivos ‘offshore’.